miércoles, 11 de noviembre de 2015

Carta del Sr. Administrador Diocesano con motivo del Día de la Iglesia Diocesana 2015

A muchos bautizados les resulta difícil compaginar su vivencia de la te con la pertenencia a la Iglesia. Es como si aquel eslogan de los años setenta, «Cristo, sí; Iglesia, no» se quedara enquistado en sus conciencias debido a una mala experiencia eclesial, difícil de olvidar, o, simplemente, por dejarse llevar del tópico de que la Iglesia —para muchos “los curas”— no merece crédito ni confianza.

Es verdad que la Iglesia no es perfecta y que siempre necesita ser reformada y renovada en sus estructuras y en sus miembros. Pero no es menos verdad que sin la Iglesia no seríamos cristianos, no tendríamos noticia de Jesucristo, no contaríamos con una comunidad que, a pesar de sus defectos, está siempre dispuesta a acogernos y ayudarnos.

Además, la Iglesia no la inventamos nosotros. La Iglesia fue constituida por Jesucristo para ser en el mundo y a lo largo de la historia memoria viva de su presencia y de su Evangelio. En ella, a pesar de nuestros pecados, habita el Espíritu del Señor que la anima, la santifica y le da vida. En la Iglesia, pues, pesa más lo divino que lo humano; y de lo humano, más lo positivo que lo negativo.

“Miles de historias” lo confirman: personas que se sienten acogidas en Cáritas o en otras asociaciones; enfermos y sus familias que son acompañados; niños, adolescentes y adultos que crecen y maduran en la fe; personas que se sienten parroquia porque que oran, escuchan la Palabra de Dios, celebran la eucaristía y los demás sacramentos en la comunidad, etc. 

Todos, de distintas maneras, somos y nos sentimos Iglesia de Jesucristo. Y todos tendríamos que sentirnos también, de algún modo, miembros activos y corresponsables en nuestra parroquia, en nuestro arciprestazgo y en nuestra diócesis para que la Iglesia pueda llevar a cabo su misión: hacer realidad en cada circunstancia y en cada tiempo la buena nueva del Reino de Dios, “gracias a ti”.

iColabora y contribuye! le necesitamos.

Antonio Rodríguez Basanta, administrador diocesano 

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